Corría el mes de julio de 1967 y eran unos niños, pero a partir de entonces Patti Smith y Robert Mapplethorpe sellaron una amistad que solo acabaría con la muerte del gran fotógrafo, en 1989. De eso habla este espléndido libro de memorias, de la vida en común de estos artistas, los dos entusiastas y apasionados, que cruzaron a grandes pasos la periferia de Nueva York para llegar hasta el centro neurálgico del nuevo arte. Fue así que acabaron instalándose en el hotel Chelsea y se convirtieron en los protagonistas de un mundo hoy ya perdido donde reinaban Allen Ginsberg, Andy Warhol y sus chicos, y se creaban las grandes bandas de música que marcaron los años finales del siglo XX, mientras el sida hacía estragos.
Lejos de ser un libro triste y nostálgico, Éramos unos niños es un homenaje a la amistad sin trabas, y sus páginas cargadas de vitalidad y humor nos devuelven el sabor de esa gran ciudad donde hubo un tiempo en que casi todo era posible.
No puedo explicar lo mucho que amé este libro. Patti Smith siempre ha sido un referente femenino para mí debido a sus canciones, pero después de este libro mi amor por ella creció exponencialmente.
Éramos Unos Niños no es más que la historia de una amistad hermosa. Patti y Robert se conocen en Nueva York en 1967 y se convierten en mejores amigos de la vida. Patti en esos años trabajaba como dependienta en una librería y él trabajaba en distintas cosas para sustentar su sueño: ser artista.
El libro nos relata las andanzas de esta pareja, sus altos y bajos como amantes y amigos y su evolución como artistas. Mientras él tiene claro que lo suyo es lo visual, Patti Smith busca su camino en la pintura, la poesía y la redacción de artículos para revistas de música.
"'Nadie ve como nosotros, Patti', repitió. Siempre que decía cosas como aquella, por un mágico instante, era como si fuéramos las dos únicas personas en el mundo"
Antes de este libro, siempre asocié el nombre de Patti Smith a la música, pero nunca supe hasta ahora que la música fue para ella una casualidad que la atrapó y de la que no pudo desprenderse más. ¡Bendita casualidad y benditas las personas que le hicieron creer en su potencial!
Pero este libro es por y para
Robert Mapplethorpe y es él quien se gana toda nuestra atención porque Patti lo ama y logra traspasar ese amor a través de las páginas de este libro y nos hace amarlo de la misma manera también.
Robert es esa clase de persona (o personaje) que no sabes si realmente existió o es parte de la imaginación de alguien. Es un personaje carismático, generoso, vanguardista, pero a la vez egocéntrico, vulnerable y necesitado de amor, casi un cliché, y aunque sabemos como termina, no podemos dejar de leer sobre él.
"Pero él servía al arte, no a la iglesia ni a la patria. Sus collares de cuentas, su pantalón de peto y su chaleco de piel de carnero no eran un disfraz, sino una expresión de libertad"
Quizás para los entendidos este libro peque de exagerar los lugares comunes y de ser repetitivo, pero a mí fue eso lo que me hizo devorarlo. Podía leer 20 veces las descripciones del Hotel Chelsea, sus residentes y visitantes a fines de los 60´s o sus pensamientos sobre Rimbaud, porque cada uno era diferente dependiendo el momento que relataba. Fue como leer el diario de vida de Patti Smith y su vida era tan interesante y entretenida que me encantó sentirme parte de eso a través de la lectura.
Debo confesar que a pesar de conocer esta historia, de igual forma me la lloré toda cuando llegué al final del libro. Patti te hace querer tanto a Robert que terminamos sintiendo su pérdida tanto como ella, el vacío que deja una persona como él debe ser muy difícil de llenar.
"Sonríe por mí, Patti, porque yo sonrío por ti"
En resumen: Éramos Unos Niños nos relata la historia de amistad sin barreras entre los artistas Patti Smith y Robert Mapplethorpe, quienes crecieron en los acalorados 60´s y de la mano se abrieron camino a través del arte en los rebeldes 70´s, convirtiéndose en referentes para sus pares.