Nora está más segura que nunca de que está enamorada de Patch. Ángel caído o no, él es el indicado para ella. Su herencia y su destino pueden significar que siempre serán enemigos, pero no puede darle la espalda.

Pero ahora se enfrentan a su mayor desafío. Puede el amor sobrevivir a una brecha aparentemente insalvable. Y al final, ¿habrá suficiente confianza para reconstruir lo que se ha roto? Las líneas están dibujadas…pero, ¿de que lado están?

Opinión

Llegados al final de la saga, después de una conveniente estrategia comercial de alargar la historia y hacer cuatro y no tres libros, primero me pregunto: ¿Era necesario?. No hubiese sido más simple alargar un poco Crescendo y un poco Finale y haberse evitado la patética pérdida de memoria de Nora en Silence.

En fin, a lo que vamos. En Finale, aunque vemos a Nora evolucionar sobre sus metas y se hace más amena de leer a medida que pasan las páginas, sigue siendo bastante ilusa y eso me desesperaba. 

Por otra parte, el libro vuelve a la narrativa que conocemos de Becca de los dos primeros libros y eso lo hace predecible al extremo. Sin ir más lejos, desde el primer capítulo yo ya sabía quien sería el que daría problemas esta vez y Nora por supuesto ni se enteraba.

Patch, como siempre, es lo que encanta y hace seguir leyendo, sobretodo por ese regalito que Becca entrega al final del libro. Sin embargo, al ya no encerrar ningún misterio, Patch tampoco me provoca lo que me provocaba en los dos primeros libros.

Aún así, después del desastroso resultado de Silence, la cuarta entrega es un alivio pues la trama tiene algo más de sentido y encaja bien con los dos primeros, además de que el final, sin ser pretencioso, es tal como lo esperaba. Solo por eso me siento conforme pues esperaba mucho menos de este libro.