No es un gran secreto que siempre sentí una atracción por el personaje de Hannibal Lecter. Sin embargo, no fue hasta este año, después del estreno de la serie Hannibal, que me enteré que las películas (que vi hace muchos años) eran adaptaciones de las novelas de Thomas Harris, así que me prometí leerlas en las vacaciones y aquí estoy reseñando la primera.

En esta primera novela de la saga conocemos a Will Graham, captor del asesino en serie Hannibal Lecter, y su regreso al FBI (después de cinco años de atrapar a Hannibal y de su retiro voluntario) para seguir la pista a otro asesino psicópata que ya ha matado a dos familias en similares condiciones.

El libro esta narrado en tercera persona omnisciente, por lo que tenemos una descripción bastante clara de los hechos y de como trabaja la mente de los diferentes personajes. La narración transcurre en 1980, pero a ratos vuelve al pasado cuando es necesario para entender las cargas que llevan algunos de los protagonistas.

A pesar de saber de qué iba por las películas, me pareció bastante entretenido y con una cuota alta de suspenso. Conocemos de a poco la historia de Will y como su mente es capaz de atar cabos y recrear los crímenes más macabros para llegar al asesino en cuestión, eso porque su mente es muy similar a la de un asesino.

A medida que avanzan las páginas, podemos notar como Will lucha día a día por no traspasar la línea que podría convertirlo en uno de los asesinos que persigue. La personalidad de Will es mucho más atractiva en el libro que en la película y eso fue una de las sorpresas agradables que me llevé.

También se nos da una pequeña, pero clara, muestra de lo que el mítico Hannibal Lecter significa y es. Aunque aparece como personaje secundario, es la primera muestra que tenemos de este brillante siquiatra que mató al menos a nueve personas para cocinar partes de su cuerpo y comérselas y que está recluído en una celda de alta seguridad en un hospital psiquiátrico. 

Es que es imposible no sentir admiración por el personaje de Lecter y esperar por los pocos capítulos donde aparece para saber un poco más de su extraña y cautivadora personalidad y su capacidad de sacar de quicio a quien ose asomarse a su celda queriendo saber que lo motivó a hacer lo que hizo o pidiendo su ayuda como profesional.

Tampoco puedo dejar de mencionar al psicópata que persigue Will en esta ocasión. Primero llamado "Hada de los Dientes" y luego "El Dragón" que tiene una obsesión con el cuadro de William Blake: "El Dragón Rojo y la mujer revestida de sol" y cree que con los asesinatos el está un paso más cerca de la transformación. Es un tipo extraño que carga con un montón de traumas infantiles y cuya historia conmueve tanto como aterroriza. Muy bien creado, con la dosis justa de maldad que a ratos repugna y a ratos solo provoca compasión. 

El hecho de que Harris lograra humanizar a los asesinos convierten las novelas en algo más que las típicas novelas de detectives que estaba acostumbrada a leer.

Hubo un par de cosas que no me gustaron, aunque solo una en realidad tiene que ver con la narrativa del libro. La primera cosa que odie fue la esposa de Will, Molly; la mujer me pareció muy egoísta pues solo se preocupó de lo que ella tuvo que pasar y no en la responsabilidad que sentía Will con las familias que podrían morir si no atrapaban al asesino y ella le hizo sentir mal todo el libro por ello.

Y lo segundo: el capítulo final. El libro iba tan bien, de manos a más hasta llegar a un clímax que, de no haber visto la película, jamás hubiese imaginado, pero en el último capítulo todo ocurre tan rápido que no alcanzaba a saborear las explicaciones cuando leí ese abrupto "FIN".

Puntuación:

 

La saga continúa con: